El pastor Pavel Shreider, de 65 años y líder reformado en Kirguistán, ha sufrido graves lesiones cerebrales luego de ser torturado en prisión, según relataron relatores especiales de la ONU y el sitio de derechos Forum 18.
Actualmente, Shreider se encuentra en la unidad médica de la cárcel de Bishkek, diagnosticado con daño cerebral traumático y deterioro cognitivo, tras estar meses bajo condiciones inhumanas y violencia sistemática.
La familia del pastor denunció que durante una apelación el 9 de septiembre ya notaron su debilidad física y reclamaron asistencia médica ante las autoridades de la prisión, quienes demoraron más de dos semanas en trasladarlo a un centro médico.
Shreider cumple una condena de tres años por supuestos delitos de “incitación al odio”, cargos que la iglesia considera fabricados y motivados por su liderazgo religioso independiente.
En noviembre de 2024, la policía secreta allanó el hogar del pastor y de al menos 10 miembros de su iglesia. Forum 18 documentó que él y otros tres cristianos fueron brutalmente torturados tras su arresto, incluyendo golpizas, descargas eléctricas y asfixia con bolsas, para forzarlos a confesar culpabilidad.
Durante los interrogatorios, según la propia denuncia, “cinco oficiales me golpearon en la cabeza, pecho y espalda, y me atacaron con una barra de hierro para que admitiera crímenes”, escribió Shreider en su queja a las autoridades.
La hija del pastor, Vera Shreider, atestigua que su salud empeoró gravemente tras las palizas: “Es mayor, vive bajo estrés diario y la falta de movimiento agrava su estado. Pero lo peor fue el maltrato físico al ser arrestado”.
Cinco relatores especiales de la ONU, incluida Nazila Ghanea, escribieron al gobierno denunciando los arrestos, detenciones y torturas de los adventistas y reclamando la investigación de las denuncias y la revisión del proceso judicial.
Sin embargo, las autoridades de Kirguistán respondieron brevemente y han justificado, e incluso reforzado, la prohibición de las iglesias reformadas, tildándolas de “extremistas”. En julio de 2025, un tribunal condenó al pastor a tres años de trabajo forzado y ordenó su deportación a Rusia tras completar la sentencia.
La congregación que lideraba fue oficialmente prohibida en marzo, y la Corte Suprema ratificó el fallo en agosto luego de solo 20 minutos de deliberación, haciendo imposible que la iglesia se reúna para adorar.
El régimen en Kirguistán exige que todas las comunidades religiosas se registren; ejercer la fe fuera de condiciones estatales es delito y motivo de represión.
Forum 18 denunció que nadie ha sido procesado por la tortura a los cristianos y que el organismo nacional encargado de prevenir la tortura fue disuelto recientemente por el parlamento, debilitando aún más la protección de los detenidos.
El caso de Shreider retrata la dura realidad de los cristianos perseguidos en Asia Central, donde se restringe la libertad de culto y se emplea la violencia estatal para sofocar expresiones de fe independiente.
