Pilotos misioneros lo arriesgan todo por las comunidades olvidadas de la República Democrática del Congo.

El piloto canadiense trabaja para Mission Aviation Fellowship (MAF), una organización cristiana que envía aviones a algunos de los lugares más peligrosos del mundo. Su misión: llevar ayuda a las comunidades afectadas por el conflicto.

“Sí, este trabajo es estresante”, declaró Villeneuve a Christian Daily International en una entrevista. “Pero mi fe me da una paz que sobrepasa todo entendimiento. Tengo paz porque esto es lo que Dios tiene para mí: este es mi llamado”.

Hace varios meses, tras regresar de un vuelo, notó un agujero de bala en el ala de una de sus aeronaves. Incluso con los exhaustivos protocolos de seguridad implementados, afirma que la idea de no volar es impensable.

La República Democrática del Congo se enfrenta a uno de los peores desastres humanitarios del mundo. La milicia M23 aterroriza las regiones orientales mientras otras facciones armadas luchan por el control. Veintisiete millones de personas necesitan asistencia humanitaria, según las Naciones Unidas . La organización advierte que la crisis se agravará si no se implementan esfuerzos inmediatos de paz.

Décadas de conflicto han desplazado a millones de personas y destruido infraestructuras. Las carreteras se han vuelto intransitables. Los servicios públicos han colapsado. La República Democrática del Congo se encuentra entre los cinco países más pobres del mundo, a pesar de su vasta riqueza mineral.

La mayoría de las organizaciones de ayuda no pueden llegar a las comunidades aisladas. Los vuelos comerciales evitan la región y viajar por carretera implica riesgo de emboscadas, secuestros o incluso la muerte. Por eso, pilotos como Villeneuve se lanzan a los cielos.

MAF cuenta con un equipo de 26 miembros en toda la República Democrática del Congo, que vuela a más de 35 pistas de aterrizaje y presta servicios a más de 40 organizaciones asociadas. Los pilotos llevan medicamentos a clínicas remotas, alimentos a aldeas necesitadas y negociadores de paz a tribus en conflicto.

“En la República Democrática del Congo, MAF ha trasladado a negociadores de paz y promotores de la reconciliación a comunidades inaccesibles, atrapadas en conflictos tribales”, explicó Villeneuve. “Estos vuelos han permitido que grupos opositores se reúnan en espacios neutrales, negocien acuerdos de paz y reduzcan la violencia”.

La organización también transporta equipos de traducción de la Biblia, personal médico y suministros de emergencia. Cada vuelo lleva esperanza a comunidades olvidadas por el mundo.

Este año trajo consigo desafíos sin precedentes. MAF evacuó a cuatro familias de su personal debido a disturbios civiles, algo muy inusual para una organización con tanta experiencia.

“Tomamos todas las precauciones posibles para mitigar el riesgo, pero estamos comprometidos a apoyar a estas comunidades”, afirmó Tim Bax, vicepresidente de Personal Internacional y Atención al Personal de MAF Canadá.

Los pilotos se enfrentan a constantes obstáculos, además de la violencia. La escasez de combustible obliga a los aviones a permanecer en tierra durante semanas. La precaria infraestructura hace que el aterrizaje sea peligroso. Los cortes de electricidad que duran meses obligan a depender de generadores y paneles solares.

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