El presidente de Nigeria, Bola Ahmed Tinubu, declaró una emergencia nacional de seguridad tras una ola de secuestros masivos y ataques armados. La medida busca responder a una crisis que golpea especialmente al norte y centro del país, donde comunidades cristianas y rurales han sido blanco frecuente de violencia.
Tinubu ordenó la contratación inmediata de 20.000 nuevos policías, además de los 30.000 ya aprobados, y su despliegue rápido en las zonas más afectadas por la violencia armada, según informó Christian Solidarity Worldwide (CSW). También autorizó el reclutamiento de guardabosques bajo el Departamento de Servicios de Estado y prometió apoyo federal para las fuerzas de seguridad estatales.
El presidente dispuso que los agentes asignados a tareas de protección de “VIP” sean retirados de esas funciones y enviados a labores operativas. Asimismo, pidió prohibir el pastoreo abierto de ganado y exigió que los pastores entreguen las armas ilegales en su poder.
Tinubu recomendó a las iglesias y demás lugares de culto solicitar protección de seguridad, y advirtió a los gobiernos estatales que eviten ubicar internados escolares en zonas remotas sin suficiente resguardo. “No habrá refugio seguro para los agentes de la maldad”, declaró en su anuncio, subrayando la gravedad de la crisis.
En medio de este escenario, la Iglesia Anglicana de Nigeria confirmó la muerte del reverendo Edwin Achi, de la diócesis de Kaduna, un mes después de haber sido secuestrado junto con su esposa en Nissi, estado de Kaduna. En un comunicado, líderes eclesiales calificaron su fallecimiento como “una dolorosa pérdida para toda la diócesis, el clero, la familia de la iglesia y todos los que fueron bendecidos por su fiel ministerio”.
La declaración de emergencia siguió a un intenso debate en el Senado, donde legisladores describieron el secuestro como una forma de terrorismo y propusieron la pena de muerte para los responsables. También denunciaron la falta de equipamiento adecuado, deficiencias de inteligencia y la preocupante infiltración de criminales y militantes en las fuerzas armadas.
La violencia se ha extendido también a zonas periurbanas: el miércoles por la noche, hombres armados asaltaron dos casas en Gidan-Bijimi, en el consejo de área de Bwari (Abuya), y raptaron a seis niñas y un joven de 16 años. Ese mismo día, unas 20 personas —entre ellas cuatro mujeres embarazadas y varios menores— fueron secuestradas en Unguwan-Kawo, estado de Níger.

