
En las redes sociales y medios estatales, China está destacando un incremento en las acciones gubernamentales contra las minorías religiosas en 2024. Revela informe.
El gobierno ve la libertad religiosa como una amenaza potencial a la lealtad absoluta hacia el Partido Comunista Chino, que rige el país, y etiqueta a los grupos religiosos no aprobados por el Estado como sectas, sin considerar sus creencias genuinas.
“Las autoridades de seguridad pública de China intensificaron sus esfuerzos para desmantelar las organizaciones de culto en 2024”, informó el mes pasado el Global Times, un medio de comunicación dirigido por el PCCh.
“Han trabajado para frenar el crecimiento y la propagación de las organizaciones de culto, mitigando las posibles amenazas a la seguridad política nacional y manteniendo la estabilidad social”, añadieron.
La palabra china “xie jiao” se traduce como “secta” y se ha utilizado desde la dinastía Ming para describir movimientos considerados opuestos al gobierno o no alineados con los estrictos principios del Partido Comunista Chino (PCCh).
Este término tiene un carácter vago y se aplica ampliamente a grupos religiosos independientes. La etiqueta de “secta” justifica acciones represivas en contra de estos grupos.
El Ministerio de Seguridad Pública de China ha anunciado un aumento significativo en recursos tecnológicos y humanos para atacar a las organizaciones religiosas independientes. Esta campaña incluye medidas agresivas contra las iglesias cristianas domésticas, que buscan evitar el control estatal, pero a menudo enfrentan redadas y arrestos bajo acusaciones de oponerse al Estado. Las acciones incluyen una dura represión y vigilancia de estas iglesias.
China es conocida por sus prácticas brutales, como la coerción para abortar y esterilizar a mujeres sin consentimiento, así como el asesinato de miembros de minorías religiosas para traficar órganos. Las iglesias domésticas intentan escapar de este control estatal, pero enfrentan represión constante.
La reacción gubernamental incluye arrestos bajo la acusación de actuar contra los intereses nacionales.
China lidera en el uso de tecnología para vigilar y reprimir a sus ciudadanos, utilizando un complejo sistema que rastrea aspectos diversos de la vida cotidiana para evaluar la lealtad al PCCh. Este aparato de vigilancia ayuda a identificar a aquellos considerados peligrosos para el Estado, incluidos quienes participan en iglesias domésticas no registradas.
Los datos recopilados permiten controlar a estos grupos, asegurando que todos se alineen con las políticas del gobierno.