
La comunidad cristiana de Siria teme por el futuro tras una ola de violencia que dejó más de 1.000 personas muertas a principios de este mes, mientras un grupo de vigilancia informa que se está utilizando el hambre como arma y que a los trabajadores cristianos se les niega el salario.
La violencia sectaria entre los leales a Assad y los opositores en Latakia y Tartus dejó más de 1.300 sirios muertos en menos de 72 horas, con múltiples escaramuzas sangrientas que mataron a docenas más.
Si bien los informes indican que los cristianos no fueron los objetivos principales, muchos se encuentran arraigados en las comunidades atacadas. La violencia no ha hecho más que exacerbar la preocupación entre los cristianos sirios, algunos de los cuales ya se han enfrentado a una discriminación intensificada, especialmente tras la caída del régimen de Asad en diciembre.
«La situación para muchos cristianos en la región ya ha sido devastadora», dijo Brian Orme, quien recientemente fue nombrado director ejecutivo de la organización de vigilancia contra la persecución Global Christian Relief.
La alianza armada islámica Hayat Tahrir al-Sham intenta usar la hambruna como arma al negarse a pagar a los trabajadores cristianos, afirmó Orme. También hay informes de terroristas suicidas que se preparan para atacar iglesias y cementerios cristianos y que han sido demolidos.
Los sobrevivientes también han reportado haber recibido llamadas telefónicas amenazantes tras la reciente violencia, en las que los autores prometían exterminar a los cristianos, dijo Orme. Añadió que muchos grupos islamistas de la región consideran a los cristianos «infieles» y no creen que Siria tenga cabida para ellos.