
A pesar de las restricciones históricas a la libertad religiosa, el número de cristianos evangélicos en Cuba ha aumentado significativamente en los últimos años, según información de BBC News.
Los servicios religiosos en La Habana, la capital cubana, se han vuelto cada vez más comunes. Un ejemplo es la reunión de oración celebrada principalmente por jóvenes evangélicos.
Frente a un edificio con una imagen de aproximadamente un metro de altura del revolucionario Che Guevara, en la Plaza del Cristo, en el extremo occidental de la ciudad, un grupo se reúne para hacer algo que hasta hace poco era poco común en la isla: rezar en público.
Bendiciones de Jesús
Con los brazos en alto piden la bendición de Jesús para que les conceda días de prosperidad y valor para afrontar la batalla entre el bien y el mal .
Cuba, conocida históricamente como un “estado ateo”, basado en la llamada “concepción científico materialista del universo”, ahora es testigo de una importante expansión de las iglesias evangélicas.
El fenómeno que se produce en medio de la mayor crisis económica que ha enfrentado el país en las últimas tres décadas.
Aún sin estadísticas oficiales sobre el número de evangélicos en Cuba, los expertos coinciden en que lo que vemos hoy en las calles de La Habana refleja una tendencia creciente y significativa.
«Sin duda hemos visto un aumento [de evangélicos en Cuba] en los últimos cinco años», afirma el cubano Pedro Álvarez Sifontes, máster en Estudios Sociales y Filosóficos de la Religión de la Universidad de La Habana e investigador asistente del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas.
Crisis sanitarias y dificultades económicas
Según entrevistas con BBC News la adhesión de miles de cubanos –especialmente jóvenes– a las iglesias evangélicas fue impulsada tanto por la crisis de salud pública que enfrenta el mundo como por el agravamiento de las dificultades económicas específicas de la isla.
“Después de la pandemia, la crisis llevó a mucha más gente a acercarse a la fe y a las iglesias”, dice el teólogo Eliecer Portal, bautista evangélico que trabaja como guía turístico en el interior del país.
«Los momentos de crisis llaman a las personas a la fe, especialmente cuando sienten que sus vidas están en juego».
Estado ‘ateo’
La religión no es ajena a la identidad cubana. Colonizada por los españoles, Cuba cuenta con una rica tradición católica, evidenciada por miles de iglesias y plazas con nombres de santos en diversas ciudades.
Las religiones de origen africano, traídas por los pueblos esclavizados, también han marcado profundamente la vida espiritual cubana a lo largo de los siglos.
Después de la revolución socialista de 1959, liderada por Fidel Castro, Che Guevara y Camilo Cienfuegos, Cuba comenzó a adoptar la versión soviética del marxismo, promoviendo una separación sistemática entre el Estado y las expresiones religiosas de la población.
Marxismo-leninismo
La Constitución promulgada en 1976 estableció a Cuba como un Estado laico, sin vínculos con ninguna religión oficial o predominante, basado en la llamada «concepción científico materialista del Universo».
«La Constitución proclama la libertad religiosa y el derecho a practicar la religión que se desee. Pero después, un artículo establecía que el Estado estaba obligado a proponer y ejecutar toda la labor educativa basada en la concepción científica marxista-leninista», afirma Pedro Sifontes.
Además del recurso constitucional, se crearon normas ateas como parte intrínseca de la educación y la cultura cubanas, explica.
«Por ejemplo, en la educación superior se creó una asignatura llamada Comunismo Científico. Esta asignatura recreó todo lo que era ateísmo científico y promulgó un positivismo neomarxista, que no era la realidad de la teoría de [Karl] Marx y [Friedrich] Engels», dice, refiriéndose a los ideólogos del comunismo.
Restricción a la libertad religiosa
Durante ese período se instituyeron normas que restringían el acceso a las manifestaciones religiosas e interferían en diversos aspectos de la vida cotidiana de los cubanos.
«Por ejemplo, las personas religiosas no podían estudiar ciertas carreras, como periodismo; no podían acceder directamente a puestos gubernamentales. Si declarabas tu religión o afiliación religiosa, no tenías acceso a puestos de liderazgo en el gobierno», dice Sifontes.
A todos se les interrogaba sobre su origen religioso, por todo. Para ser miembro del Partido de las Juventudes Comunistas, también había que declarar la condición de ateo, la postura atea. De lo contrario, no se era admitido. Y esto, por supuesto, para nosotros, crea toda una concepción de un estado ateo.
Incluso bajo restricciones, la religiosidad siguió arraigada en la vida cotidiana de los cubanos, quienes mantuvieron sus prácticas de fe en pequeñas iglesias y en sus hogares.
La más reciente Constitución de Cuba, aprobada en 2019, garantiza el derecho a la libertad religiosa, independientemente de las creencias de cada uno.