
El pastor evangélico Wilmer Castellanos, de 52 años, perdió la vida la tarde del sábado en la comunidad de Los Laureles, Santa Bárbara, cuando se disponía a iniciar un servicio en la Iglesia Alfa y Omega.
Con la Biblia en la mano, fue atacado repetidamente por un hombre que, según testigos, actuaba bajo los efectos de alguna sustancia y portaba un machete.
Vecinos del sector auxiliaron rápido a Castellanos y lo trasladaron a un centro médico, pero los doctores confirmaron su fallecimiento a causa de la gravedad de las heridas. La comunidad expresó consternación y dolor por la pérdida de un líder dedicado y respetado, destacando su entrega al ministerio y el impacto positivo en sus feligreses.
La Policía Nacional informó, al día siguiente, la captura del presunto asesino, identificado como primo-hermano de la víctima y de 29 años. Informes iniciales señalan que existían problemas de convivencia entre ambos, lo que habría motivado el fatal ataque. El machete utilizado fue decomisado y las autoridades iniciaron el proceso judicial correspondiente.
Este suceso se da en un contexto de alerta en el sector religioso del país. El presidente de la Asociación de Pastores de Tegucigalpa, Mario Banegas, denunció recientemente haber recibido amenazas de muerte por apoyar la Caminata de oración programada para el 16 de agosto en la capital hondureña.
Las intimidaciones llegaron a través de redes sociales, pero Banegas declaró estar tranquilo: “Estoy seguro de que lo que estoy haciendo es para el beneficio del país”.
A pesar de las amenazas, Banegas afirmó estar acostumbrado a recibir presiones durante la organización de actividades que promueven la paz y la democracia. Reiteró su compromiso y confianza en continuar trabajando por el bienestar espiritual y social de Honduras.
La violencia generalizada en Honduras es una preocupación constante. De acuerdo con cifras oficiales, el país sigue registrando altos índices de homicidios; tan solo entre enero y agosto de 2025 se contabilizaron más de 1,360 homicidios. Los departamentos más afectados son Cortés, Francisco Morazán, Olancho, Yoro, Atlántida, Colón y Comayagua.
El ambiente tenso e inseguro para líderes religiosos lleva a reflexionar sobre la protección y el valor de quienes ejercen ministerio en medio de la adversidad.
Por un lado, resalta el sacrificio de quienes dan la vida por servir a Dios; por otro, las amenazas subrayan la necesidad de orar y promover acciones de paz en la comunidad.