El Papa León XIV puso fin a décadas de debate sobre el papel de la Virgen María mediante la publicación de la Nota Doctrinal “Mater Populi Fidelis” (“La Madre del Pueblo Fiel”), que reafirma la centralidad de Cristo en la obra de la salvación.
El documento reconoce títulos como “Madre de los Creyentes”, “Madre Espiritual” y “Madre del Pueblo Fiel”, que reflejan la maternidad espiritual de María, pero rechaza expresamente el uso del término “Corredentora”. Según el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, aprobado por el Papa, dicho título podría generar confusión al sugerir que María tendría un papel equivalente al de Cristo en la redención, poniendo en riesgo la enseñanza de que Cristo es el único mediador y Salvador.
La nota subraya que María coopera de manera singular en la obra de salvación, pero siempre subordinada a Cristo. Sobre el uso del término “Mediadora”, se permite únicamente en el contexto de la intercesión, rechazando interpretaciones que la presenten como fuente independiente de gracia. Expresiones absolutas como “Mediadora de todas las gracias” se consideran teológicamente problemáticas, ya que la mediación de Cristo es única y exclusiva.
Desde la perspectiva evangélica, cualquier idea de María como “Corredentora” o fuente de gracia es rechazada. Los evangélicos creemos que solo Jesucristo es el Salvador y mediador entre Dios y los hombres, y que ninguna persona —ni siquiera María— puede compartir su obra redentora. Cualquier devoción o enseñanza que atribuya a María un papel equivalente a Cristo se considera teológicamente incompatible con la Biblia.
El documento busca evitar malentendidos en la catequesis y la devoción popular, promover la armonía doctrinal y favorecer el diálogo ecuménico con otras tradiciones cristianas que no aceptan títulos como “Corredentora”. También recuerda que el Concilio Vaticano II y los papas anteriores nunca definieron este título como dogma, reafirmando la primacía de Cristo.
El texto fue aprobado por el Papa León XIV y firmado por el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto, y monseñor Armando Matteo, secretario de la Sección Doctrinaria del Dicasterio. El Vaticano concluye que toda devoción mariana debe glorificar la obra salvadora de Cristo, nunca opacarla, y exhorta a los creyentes a mantener la Biblia como autoridad suprema sobre la fe y la práctica, centrando siempre su atención en la gracia y el poder redentor de Jesús.
