Cristianos son arrojados al mar por la Armada India en un buque naval, niños y ancianos afectados.

Al menos 40 refugiados, entre ellos unos 15 cristianos y varios miembros de la etnia rohingya, fueron arrojados al mar por la Marina de la India el pasado 8 de mayo.

El grupo, que incluía ancianos, mujeres y niños, había sido detenido en Nueva Delhi y posteriormente trasladado a un portaaviones, desde donde se les obligó a abandonar la embarcación cerca de la frontera marítima con Myanmar.

Las autoridades indias proporcionaron chalecos salvavidas a los refugiados antes de ordenarles nadar hasta una isla perteneciente a Myanmar. El paradero de muchos de ellos permanece incierto debido a la inestabilidad y violencia en territorio birmano, según confirmó el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.

Familiares de los afectados y fuentes de la ONU informaron que los refugiados estaban registrados ante ACNUR en la India y que su detención se realizó bajo el pretexto de recolectar datos biométricos. Algunos testigos relataron que antes de ser arrojados al mar, miembros del grupo fueron agredidos por militares indios. Associated Press no pudo verificar de forma independiente todas las denuncias, y ni la Marina ni el gobierno indio han comentado sobre el caso.

La acción generó fuerte condena internacional. Tom Andrews, relator especial de la ONU para Myanmar, calificó la conducta de la India como “un flagrante desprecio por la vida y la seguridad de quienes necesitan protección internacional”. La ONU advirtió que estas acciones violan el principio de no devolución, que prohíbe devolver a personas a lugares donde sus vidas o libertad están en peligro.

En la India, los cristianos también enfrentan creciente persecución, impulsada por sectores nacionalistas hindúes. Ataques, discriminación y leyes anticonversión agravan la vulnerabilidad de quienes, como los refugiados rohingya, buscan asilo por motivos religiosos.

La ONU ha iniciado una investigación independiente y exige al gobierno indio que cese cualquier práctica que ponga en riesgo a refugiados, sean cristianos o musulmanes. El caso evidencia la grave situación de los desplazados en Asia y la necesidad urgente de protección internacional efectiva.

Estos hechos desafían a la iglesia global a orar y a actuar en defensa de los perseguidos, recordando el mandato bíblico de acoger al extranjero y proteger al vulnerable. La fe llama a denunciar la injusticia y a buscar la paz y la dignidad para todos, sin distinción de credo.

Casos como éstos nos motivan a seguir intercediendo por los refugiados y a apoyar iniciativas que promuevan la justicia y la compasión, confiando en que Dios ve y cuida a cada vida, aun en medio de la adversidad más extrema.

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