
Por hablar directamente del gobierno de Daniel Ortega, el pasado 17 de Julio fue arrestado el pastor Rudy Palacios Vargas y varios de sus familiares y amigos en el municipio de Jinotepe, departamento de Carazo, Nicaragua.
La policía, que no presentó ninguna orden de arresto, derribó las puertas de cada casa a culatas de fusil y con una herramienta llamada «pata de cerdo» antes de proceder a la detención del pastor Palacios Vargas, sus hermanas Arely Palacios Vargas y Jéssica Palacios Vargas y sus esposos, Pedro José López y Armando José Bermúdez Mojica, respectivamente. Mauricio Alonso Prieto, activista político y amigo del pastor, y su hijo adulto del mismo nombre, quien forma parte del grupo de alabanza de la iglesia del pastor Palacios Vargas, también fueron detenidos. Olga María Lara Rojas, amiga de la familia y exconsejera política, quien es cristiana protestante pero no pertenece a la iglesia del pastor Palacios Vargas, también fue detenida en su domicilio.
Los agentes confiscaron los teléfonos móviles y otros aparatos eléctricos de los detenidos y, según se informó , los llevaron al Tercer Distrito Policial, aunque las autoridades inicialmente se negaron a proporcionar a sus familiares información alguna sobre su paradero.
El 28 de julio, el medio nicaragüense 100% Noticias informó que el grupo había sido trasladado a «La Granja», una prisión notoriamente sobrepoblada en el departamento de Granada. El pastor Palacios Vargas y los demás fueron posteriormente sometidos a una audiencia virtual acelerada en la que se les acusó de traición a la patria y conspiración.
No ha habido información sobre cuándo ni a qué serán condenados los acusados.
La injusticia, sin embargo, es evidente: el pastor Palacios Vargas, sus amigos y familiares han sido atacados por su historial de críticas abiertas al gobierno nicaragüense, bajo el liderazgo de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. Esto, a ojos de un régimen que ha hecho todo lo posible por reprimir y silenciar las voces independientes durante los últimos siete años, constituye la mayor ofensa.